Últimamente se ha demostrado cómo Las Meninas (Velázquez, 1656) es algo más que un ejercicio pictórico y basado en un juego de espejos.
Por ejemplo, la línea ideal que une las cabezas de las figuras que aparecen en el lienzo componen el signo astrológico de Capricornio. Esto hizo pensar que el cuadro estaba dedicado a la reina doña Mariana de Austria (nacida el 23 de diciembre de 1634) que aparece al fondo del cuadro, reflejada en un espejo junto a su marido Felipe IV. Obsérvese que esta disposición es idéntica a la del Retrato de los esposos Arnolfini, del pintor Van Eyck, pintado en 1434 y que parece ser una réplica de la ceremonia prenupcial persa Ayin-y Bibi Maryam.
El cuadro fué pintado en 1656 y la infanta Margarita, nacida en 1651, aparenta unos 5 años de edad. Sin embargo, Velázquez, luce en su pecho la Cruz de la Orden de Santiago , honor que no consiguió hasta 1659.
Otro detalle fundamental llama la atención en Las Meninas: la infanta Margarita aparece en el centro de la composición, atendida por la menina (doncella) Isabel Velasco a su derecha y la menina (doncella) Maria Agustina Sarmiento a la izquierda. Pues bien, la posición de las cabezas de Velázquez, la primera menina, la infanta, la segunda menina y el personaje del fondo (José Nieto Velázquez, aposentador de la reina y jefe de tapicería) forman la constelación Corona Borealis, registrada en las Tablas Alfonsíes con el nombre de Alfeca y cuya tercera estrella, de izquierda a derecha se llama, precisamente Margarita. A la infanta Margarita la casaron antes de cumplir los 16 años con el Emperador de Austria, Leopoldo I (que era su tío y primo), y murió tras siete embarazos. Tenía tan solo 22 años.
Las especulaciones apuntan a que Velázquez pintó el cuadro con la segunda intención de que la reina alumbrase un heredero varón. Hoy conocemos el nombre del deseado niño, Carlos II el Hechizado, bajo cuyo reinado se produjeron las peores catástrofes y que terminó con la Guerra de Sucesión y la pérdida de la corona. Velázquez no sólo hechizó, con los espejos, a la reina y a su vástago; hechizó a todo el país. Ya se sabe que la superstición atribuye siempre desgracias a los espejos.
Por curiosidad, el otro personaje que nunca se habla de ella, la enana macrocéfala que contemplamos en el cuadro de Velázquez “Las Meninas”, se llamó Maribárbola. De origen alemán, era una más entre los aproximadamente cuarenta enanos que residían en tiempos de Felipe IV en el Alcázar, muy amiga de las infantas y del propio Velázquez (se pasaba horas en su taller, observando como trabajaba el maestro). El otro enano del lienzo se llamaba Nicolasillo Pertusato y aparece jugango con un perro. Tras la infanta observamos a dos personajes más de su pequeña corte: doña Marcela Ulloa y un desconocido guardadamas. En total son 11 personas, contando al propio Velázquez (que no nos deja ver el lienzo de lo que está pintando). Un personaje de la familia real que falta en el cuadro es la infanta María Teresa, que marchó a París para convertirse en la reina de Francia durante 24 años casada con Luis XIV (primo hermano de su padre); murió a los 45 años de edad.
Por fortuna todavía hoy el cuadro constituye un inagotable caudal de emociones para los visitantes del Museo del Prado (Madrid, España) y muchos aseguran que tras una larga contemplación del lienzo es imposible quedarse "a este lado" de la pintura porque, no lo olvidemos, el cuadro es ¡UN ESPEJO!.