domingo, 25 de enero de 2009

LOS SERES "ELEMENTALES"

Son seres, considerados por la mayoría de la gente como "mitológicos" , "imaginarios" , "mágicos" y cosas similares. Pero en realidad.. estos seres, representan los 4 elementos de la naturaleza:

-AGUA
-FUEGO
-AIRE
-TIERRA

.Estos seres normalmente habitan en un plano interno, y se presentan en el plano primario cuando son invocados por medios mágicos. No son muy inteligentes, y ésta es precisamente la razón para que sean invocados tan frecuentemente, ya que otros seres más listos presentarían más resistencia a la invocación.

Un elemental puede ser invocado mediante conjuros, con una vara o con otro objeto invocador. Lo más importante al invocar a un elemental es mantener el control de éste al llegar al plano material, ya que los elementales odian alejarse de su plano residencial, y al llegar al plano material lo hacen muy cabreados. Si el elemental es destruido vuelve al plano interno del que procedía.

Si la persona que invoca pierde el control del elemental pueden pasar dos cosas; que el elemental le ataque o que decida volverse a su plano de origen. El control de un elemental puede ser robado a la persona que lo invocó mediante el conjuro de Disipar magia.

ELEMENTAL DE AIRE: Deben ser invocados en un lugar aireado y con ráfagas de viento. Aparecen como una nube deforme, que resulta bastante indistinguible. Atacan con un chorro de aire, y si no es suficiente para derrotar al enemigo adoptan forma de torbellino. Esta es la forma más poderosa de un elemento de aire.

ELEMENTAL DE TIERRA: Son invocados sobre tierra o roca. Su forma es la de un humanoide gigante formado por piedras, metales preciosos y gemas. Es lento en los movimientos, pero incansable, su sonido es el de un terremoto y es capaz de destruir fortificaciones con facilidad si están formadas por piedra. Sin embargo es menos efectivo luchando contra criaturas en el aire o en el agua.

ELEMENTAL DE FUEGO: Deben conjugarse en una llama abierta de buen tamaño. Aparecen como un humanoide con los rasgos faciales en fuego azul y el resto de su cuerpo como una llama común. Son muy agresivos, feroces y la única forma de escapar de sus llamas es con agua. Un lago cercano es una posible solución, ya que los elementales de fuego son incapaces de actuar en el agua.

ELEMENTAL DE AGUA: Deben ser invocados en un río, lago o mar, aunque pueden servir otros líquidos acuosos. Emerge del agua en forma de ola con una cresta en la parte superior y unos brazos formados por olas más pequeñas. Una vez invocado, el elemental puede fundirse con el agua y volver a reaparecer más tarde. Son una amenaza para los barcos que se crucen en su camino. Pueden luchar también en tierra firme, pero con menos destreza.

Visión Filosófica : “Los elementales no puede clasificarse entre los hombres, porque algunos vuelan como espíritus, no son espíritus porque comen y beben como los hombres. El hombre tiene un alma que los espíritus no necesitan. Los elementales no tienen alma y, sin embargo, no son semejantes a los espíritus, éstos no mueren y aquellos sí mueren. Estos seres que mueren y no tiene alma ¿son pues animales?. Son más que animales porque hablan y ríen. Son prudentes, ricos, sabios, pobres y locos igual que nosotros. Son la imagen grosera del hombre, como éste es la imagen grosera de Dios... “ (Paracelso, Philosophia Oculta, 1493).

Los Elementales de AGUA: Se caracterizan por un eterno fluir y son gobernados por ondinas, sirenas, ninfas y nereidas. Son seres de gran belleza y simbolizan, tanto como el agua, los sueños y las fantasías. El agua, sumamente vital para los seres humanos, posee propiedades importantes también en el mundo de las criaturas mágicas. El agua es un elemento que puede curar, porque limpia y purifica. El elemento agua, aunque gobernado por las ondinas, es el hábitat de muchas otras criaturas mágicas. La gran mayoría de ellas, de género femenino, son afines a los atardeceres, el otoño, la plata, el mercurio y la energía receptiva. Por lo general, estos seres del agua son bellos y benévolos. Sin embargo, las que viven en lagos y mares suelen ser menos afables que las asociadas a ríos y arroyos.

Los Elementales del FUEGO: El fuego simboliza el coraje y la vitalidad. Está regido por las salamandras. Son regentes del elemento fuego las salamandras, parientes de los lagartos de fuego. Estas criaturas son afines al mediodía, el verano, el oro y la energía proyectiva.

Los Elementales del AIRE: Regido por las hadas, las sílfides y los silfos. El aire promueve el movimiento, tanto par agitar a las nubes como para lanzar el fuego. Los seres mágicos del aire pueden ser benévolos como malignos y las leyendas dicen que deben ser tratados con mucha prudencia porque suelen ofenderse con facilidad si se los molesta. Los elementales del aire son afines a buscar relación con seres de otros elementos así como también con el hombre. Prefieren los lugares abiertos, árboles, el aire mismo. Estas criaturas se vinculan al amanecer, la primavera, el cobre, el estaño y la energía proyectiva.


Los Elementales de la TIERRA: Simbolizan la realidad sobre la que nos apoyamos engendrando sabiduría y salud. La tierra es la fuente de la vida. Este elemental es regido por duendes, pigmeos y gnomos. Las criaturas del elemento tierra se hallan en sintonía con la noche, el invierno, el hierro y la energía receptiva.

domingo, 18 de enero de 2009

¿ UN SAMURAI MARTIR CATOLICO ?

ROMA, 26 de noviembre de 2008 – Un samurai que lleva la cruz no es una imagen habitual. Pero también hubo samurais entre los 188 mártires japoneses del siglo XVII que fueron proclamados beatos en Nagasaki. Había nobles, había cuatro sacerdotes y un religioso. Pero la mayor parte fueron cristianos comunes: campesinos, mujeres, jóvenes menores de veinte años, niños pequeños y familias enteras. Todos asesinados por no haber abjurado de su fe cristiana. La beatificación "del padre Pedro Kibe y de sus 187 compañeros" – como dice en el título de la ceremonia – es la primera que se celebró en Japón. Los nuevos beatos fueron agregaron a los 42 santos y a los 395 beatos japoneses, todos mártires, ya elevados a los altares desde Pío IX en adelante.

Los nuevos beatos fueron martirizados entre el 1603 y el 1639. En esa época se contaban en Japón cerca de 300 mil católicos, evangelizados primero por los jesuitas, con san Francisco Javier, y luego también por los franciscanos. Luego del inicial florecimiento del cristianismo hubo persecuciones terribles. Muchos fueron asesinados con inaudita crueldad que no se detuvo ante mujeres y niños. Más que por los asesinatos, la comunidad católica fue esquilmada por los que abjuraron por temor. Sin embargo, no fue aniquilada. Una parte se refugió en la clandestinidad y mantuvo viva la fe, transmitiéndola de los padres a los hijos durante dos siglos, pese a no contar con obispos y sacerdotes ni sacramentos. Se cuenta que el viernes santo de 1865 diez mil de estos "kakure kirisitan", cristianos ocultos, salieron de los poblados y se presentaron en Nagasaki a los sorprendidos misioneros que poco antes habían logrado regresar nuevamente a Japón.

Al igual que tres siglos antes, en los primeros años del siglo XX Nagasaki volvió a ser la ciudad con más fuerte presencia católica en Japón. En vísperas de la segunda guerra mundial, dos de cada tres católicos japoneses vivían en Nagasaki. Pero en 1945 sufrieron un nuevo y terrible exterminio. Esta vez no por una persecución, sino por la bomba atómica que fue lanzada justamente sobre su ciudad. Hoy, los católicos japoneses son poco más de medio millón de feligreses. Una pequeña porción, si se la compara con una población de 126 millones de habitantes. Pero respetados e influyentes, gracias también a una densa red de escuelas y universidades. Y si a los japoneses de nacimiento se suman los inmigrantes de otros países de Asia, el número de los católicos se duplica y supera el millón.

"Pero no creo que el criterio de las estadísticas sea el mejor para juzgar el valor de una Iglesia", ha dicho el cardenal Pedro Seichi Shirayanagi, arzobispo emérito de Tokio, en una entrevista publicada en "Asia News", en vísperas de la beatificación de los 188 mártires. La cuestión de la difícil penetración del catolicismo, no sólo en Japón sino en toda Asia, es un problema que preocupa desde hace mucho tiempo a la Iglesia. Entre los jesuitas, por ejemplo, al día siguiente de la segunda guerra mundial, existía la convicción que Japón era terreno fértil para una gran expansión misionera. Por eso enviaron a ese país personas de primer nivel. El actual superior general de la Compañía de Jesús, Adolfo Nicolás, de 71 años de edad, ha vivido en Extremo Oriente desde 1964, preferentemente en Tokio, como profesor de teología en la Universidad Sofía, como provincial de los jesuitas de Japón y por último, entre 2004 y 2007, como moderador de la Conferencia de los Jesuitas de Asia Oriental y Oceanía. Además de español, italiano, inglés y francés, él habla habitualmente el japonés. También el padre Pedro Arrupe, general de los jesuitas entre 1965 y 1983, pasó muchos años en Japón. También el padre Giuseppe Pittau, quien fue regente de la Compañía.

De todos modos, la beatificación de 188 mártires ha llamado la atención de todo Japón sobre la presencia en ese país de esa "pequeña grey" que es la Iglesia Católica. La experiencia de su martirio por la fe en Cristo ha sido conocida por un público muy amplio. Se trata de una experiencia que en muchos aspectos recuerda las Actas de los Mártires de los primeros siglos cristianos, en la Roma imperial. "Semen est sanguis christianorum", la sangre de los mártires es una semilla eficaz, escribió Tertuliano en los comienzos del siglo III. El padre Mark Tardiff, misionero del Pontificio Instituto de las Misiones Extranjeras, ha vinculado el martirio de los 188 nuevos beatos japoneses con el de los mártires del cristianismo primitivo, en una nota escrita para "Asia News":

Las historias de los mártires japoneses que han sido beatificados el 24 de noviembre de 2008 remiten a un período de 400 años atrás. Pero al leer sus historias parece que nos remitiéramos todavía más atrás, a las Actas de los Mártires de la Iglesia primitiva.

El samurai Zaisho Shichiemon fue bautizado el 22 de julio de 1608. Tomó el nombre de León, el del gran Papa que detuvo las invasiones de los bárbaros. Pero su historia está mucho más cercana al recorrido de san Justino, el filósofo del siglo II que luego de haber encontrado en Cristo la Verdad, no quiso negarla más y murió mártir. Hangou Mitsuhisa, el señor feudal bajo el cual servía Zaisho, había prohibido a los suyos convertirse al cristianismo. El sacerdote al que Zaisho pidió el bautismo se lo hizo presente, recordándole que él podría ser castigado o inclusive asesinado. "Lo sé – respondió él – pero he comprendido que la salvación está en la enseñanza de Jesús, y nadie podrá separarme de Él”.

Como en el caso de muchos mártires, no se trataba sólo de una convicción intelectual, sino de un vínculo místico. Un día, Zaisho confesó a su amigo: “No comprendo cómo, pero ahora me descubro siempre pensando en Dios”. Arrestado, se le ordenó que renunciara a la fe. Su respuesta fue: “En cualquier otra cosa yo obedeceré, pero no puedo aceptar ninguna orden que se oponga a mi salvación eterna”. En la mañana del 17 de noviembre de 1608, cuatro meses después de haber sido bautizado, fue ajusticiado en la calle, frente a su casa.

San Francisco Javier llegó a Japón en 1549, iniciando la predicación de Cristo en el país del sol naciente. Luego de 60 años, el Shogun, el jefe militar de Japón, desencadenó una persecución contra la joven Iglesia, persecución que puede rivalizar en furia con la del emperador Dioclesano, en los comienzos del siglo IV. Mujeres y niños fueron detenidos en el torbellino. Sus historias recuerdan las de Perpetua y Felicidad, o la de santa Inés.

El 9 de diciembre de 1603, Inés Takeda, asistió a la decapitación de su esposo. Llena de reverencia y amor, recogió su cabeza y la apretó contra su pecho. Las crónicas dicen que ante esa visión, se conmovió no sólo la multitud sino inclusive los verdugos. La separación de la pareja fue breve, porque Inés fue martirizada poco después, el mismo día.

En 1619, Tecla Hashimoto, quien esperaba su cuarto hijo, fue atada a una cruz junto a las otras hijas, de las cuales una tenía solamente 3 años, y todas fueron quemadas vivas. Mientras las llamas se alzaban en torno a ellas, su hija de 13 años gritó: “¡Mamá, ya no logro ver nada!”. La madre respondió: “No temas. Dentro de poco verás todo con claridad”.

El Padre Pedro Kibe, que da el título litúrgico a este grupo de mártires, tiene una historia venturosa, que recuerda a la de san Cipriano. Como seminarista, en 1614 fue exiliado a Macao, como todos los misioneros extranjeros presentes en Japón. Su ardiente deseo fue el de ordenarse sacerdote y volver a su pueblo. Así, en 1618 abordó una nave y dejó Macao, para llegar a Goa, en India. Desde allí viajó solo, atravesando lo que hoy es Pakistán, Irán, Irak, Jordania, e inclusive llegó a Tierra Santa. Luego de una visita a los lugares santos, en 1620 llegó a Roma. Ordenado sacerdote, se preparó para volver a Japón. Pero entre tanto, el Shogun había cerrado el ingreso en el país a todos, con la excepción de algunos pocos holandeses estrictamente seleccionados.

No obstante ello, el Padre Pedro logró ingresar en forma secreta en Japón, viviendo clandestinamente y celebrando los sacramentos con los cristianos ocultos. En 1633, al enterarse que un misionero, el padre Fereira, había caído en la apostasía, salió de las montañas y fue a su encuentro. “Padre – le dijo – vayamos juntos a la estación de la policía militar. Usted registra su apostasía y luego moriremos juntos”. El padre Fereira se rehusó. Luego de esto el padre Pedro se desplazó hacia el nordeste de Honshu, la mayor isla de Japón. La policía logró capturarlo en 1639 y lo trasladó a Edo, la actual Tokyo, donde para que renunciara a su fe fue torturado con crueldad, y por último fue ultimado.
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En los mártires japoneses del siglo XVII y en los de los primeros siglos brilla el poder mismo de Cristo: hay en ellos la misma conciencia clara, la misma convicción indoblegable para negarse a renunciar a su fe, el mismo espíritu de alegría en medio de los sufrimientos crueles, la misma fuerza sobrehumana, signo que Otro sufría en ellos. Los tormentos y la muerte no los han arrollado, Ellos han sido asesinados, pero han vencido

domingo, 4 de enero de 2009

MITOLOGIA CELTA (y V)

La boda de Finn

Finn dirigía muy bien a su ejército, pero todos estaban preocupados porque Finn todavía no enccontaba una mujer que se casara con él. Un día Crimall, el tío de Finn, le dijo que ya era hora de que se case, Finn le dijo que una noche antes de que nombren rey se había ido a una fuente para purificarse, ahí había conocido a una hermosa joven a la que le estaba viendo mientras jugaba con sus amigas, cuando las jóvenes le vieron salieron corriendo, pero a una de las jóvenes le avanzó a coger de una joya que llevaba en el hombro, la joven le pidió que le dé la joya y Finn se la devolvió y la joven le golpeo con un cuchillo a un cabrito que estaba al lado de ella, también le dijo que le diera de tomar un poco de agua de una fuente, Finn le dio y el cabrito se recuperó en ese instante, la chica le dijo "los tuyos te amarán por este don" y se fué. Finn le recordaba siempre a esta chica y cuando veía a otras mujeres se acordaba de la joven que había visto en la fuente y no la podía olvidar.

Un día que salió de cacería sus perros encontraron a una cierva, pero los perros líderes le estaban protegiendo, así que el la llevó a su casa y ahí la cuidó, a la madrugada la cierva se transformó en una joven y le dijo que había acabado con el hechizo que le había puesto un mago porque no se quiso casar con él. Finn se enamoró de la chica que se llamaba Seva y se casó con ella, después de poco tiempo Finn y Seva tuvieron un hijo al que le pusieron el nombre de Oisin.

Los celos de Finn

Después de que Finn vivió varios años junto a su esposa Seva enviudó, sus hombres le decían que se case otra vez, pero Finn no quería, fue tanta la insistencia que Finn aceptó, Finn quería casarse con Grainné, la hija de Cormac. Cormac estaba muy feliz, pero Grainné no se quería casar con Finn porque estaba muy viejo, así que le pidió a su nodriza un consejo, la nodriza le dijo que le pida a Finn de regalo de matrimonio que le dé una pareja de cada animal que viva en Irlanda, ellas pensaron que Finn se iba a demorar mucho, pero los fiana se demoraron una semana, así que a Grainné le tocó casarse.

Poco tiempo antes de casarse Grainné conoció a Diarmaid y se quedó enamorada de él y planeó que para el día de la boda la nodriza iba a preparar unas bebidas que harían dormir a todos los que la bebieran.

Grainné le dio la bebida a todos los invitados menos a Diarmaid y le dijo que si no se iba con ella le pondría una maldición, entonces Diarmaid aceptó, cuando Finn se dio cuenta mandó a sus hombres para que les busquen, los hombres de Finn les encontraron en una cabaña.

La nodriza había salido a buscar leña y Finn la atrapó y le dijo que él ya no amaba a Grainné y que le amaba a ella y le preguntó por donde se entra a la cabaña, la nodriza le dijo que le espere un rato, ella entró a la cabaña y les dijo a Grainné y a Diarmaid que no salgan porque hacía mucho frío y estaba nevando, pero la nodriza dejó su saco dentro de la casa, así que Grainné se dio cuenta que la nodriza les había engañado porque lo que estaba encima del saco no era nieve sino que era sal. Finn y su ejercito les acorralaron y la única salida que tenían era el mar, Diarmaid vio a lo lejos un barco, y el que estaba manejando el barco era Engus, su padre adoptivo, así que los dos fueron y se subieron al barco, pero Dairmaid dijo que iba a hablar con Finn, entonces Engus le dio una sortija que le servía para desaparecer.

Cuando Diarmaid estuvo al frente de Finn, Diarmaid le pidió que renuncie a Grainné, entonces Finn les dijo a sus soldados que atrapen a Diarmaid, pero Diarmaid cogió la sortija de su padre y desapareció.

Engus les fue a dejar en una orilla muy lejana, y les recomendó que nunca duerman en un mismo lugar, que nunca coman cerca de donde cocinaron y que nunca duerman en una casa de una sola salida, siguiendo estos consejos Grainné y Diarmaid vivieron sin que nadie les encuentre durante siete años, pero un día Oisin vio que por el río bajaban desperdicios de comida y que río arriba estaba el bosque Ben Burlen en donde vivía un jabalí gigante, Oisin le contó esto a su padre y le dijo que tenían que ir a buscarlo. Finn se preparó para ir a cazar al jabalí y de paso encontrar a Grainné y a Diarmaid. Finn encontró a Diarmaid y le dijo que no le iba a hacer nada y le preguntó si se quería ir de cacería y Diarmaid dijo que bueno.

Cuando encontraron al monstruo, Finn le golpeó al monstruo y este le atacó pero Finn logró escapar, pero después fue a atacar a Diarmaid, él le enfrentó y le clavó una lanza en el corazón y el animal murió ese momento, Finn le pidió a Diarmaid que cuente cuantos pies medía el animal, Diarmaid obedeció pero se clavó una de las cerdas venenosas que tenía el jabalí.

Oisin le dijo a su padre que vaya al río para que traiga agua, porque él tenía el poder de sanar a los enfermos si les daba agua.

Finn se demoró mucho y el agua se le regó, el nieto de Finn que se llamaba Osgar le dijo que se apure y sacó su cuchillo, así que Finn se fue rápidamente al río a traer agua pero cuando regresó Diarmaid ya había muerto, Oisid fue a contarle a Grainné lo que había pasado y se acostó a lado de su amado y dijo que Diarmaid era la única razón por la que vivía y cerró los ojos y murió, los que estaban ahí los enterraron juntos.

La isla de las mujeres

Bran había organizado un banquete en su casa, mientras estaba cenando con todos los reyes de Irlanda, se acercó una chica muy bella, tenía unos ojos claros, una piel blanca y el pelo era rubio, y le preguntó que de dónde se había sacado una rama que parecía de plata, Bran le dijo que se la había encontrado en la playa cuando estaba durmiendo pero que el mar la había llevado. La chica se puso a cantar una canción sobre una isla donde habían manzanos y donde no había dolor y después salió. Bran salió tras de ella pero la chica desapareció. Terminado el banquete, Bran quiso hacer un viaje hacia la isla de los manzanos, así que escogió muy bien su tripulación y salió.

Bran viajó veintisiete días y veintisiete noches, hasta que uno de sus hombres gritó, Bran le preguntó que pasaba y el hombre dijo que un carruaje iba flotando en el mar, era el barco de Mananann que iba a la tierra de los hombres para tener un hijo y le dijo que la isla que buscaba ya estaba cerca.

Después de poco tiempo Bran llegó a una isla, mandó a uno de sus soldados para que investigara, pero este llegó a la playa y se puso a conversar con los que estaban ahí, Bran le dijo que regrese pero él no le hizo caso, entonces Bran decidió dar una vuelta a la isla, Bran decidió bajar donde había gente, cuando estaba a punto de bajar una mujer se acercó al voto y le dijo que baje sin tener miedo, Bran bajó y le vio a la cara a la joven, era la misma mujer que había ido al banquete.

En esa isla pasaron un año y todos consiguieron esposa, pero un día un joven de la tripulación le dijo a Bran que ya tenían que regresar porque había dejado a sus padres enfermos a una prometida para casarse. Bran decidió regresar pero la joven le dijo que tenga cuidado cuando se baje del barco. Bran vio en la orilla a un hombre desconocido y le preguntó quien era, Bran le dijo quien era y el hombre se quedó muy sorprendido, la mujer que acompañaba al hombre le dijo que había escuchado una historia de un tal Bran, pero que le había contado el bisabuelo. Cuando Bran se bajó del barco se convirtió en polvo. Bran contó desde el barco su historia para que se acuerden de él y siguió viajando.

El príncipe de los bardos

Keridwen tuvo tres hijos, el primer hijo se llamaba Morvan, la segunda niña se llamaba Creirwy, el tercer hijo se llamaba Afangdu, pero no se sabía si era hombre o mujer porque era un monstruo, todos los sirvientes salieron huyendo, menos uno que se llamaba Morda, que era un viejo, y uno que se llamaba Gwyon y era un enano.

Keridwen le quería mucho a su hijo Afangdu y se ponía a pensar que Afangdu cuando creciera iba a tener muchos problemas y nadie le iba a respetar, así que decidió hacer una poción para que Afangdu conociera el presente, el pasado y el futuro.

La poción era muy venenosa, pero solo tres gotas no lo eran, así que le encargó a Gwynon que cuidara la poción, pero se le regaron unas gotas, él instintivamente se chupó la poción.

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